La parición de las nuevas tecnologías en el mundo del libro para muchos ha supuesto un fracaso de este nuevo modelo digital. Como señala José Manuel Lucía Mejías en su libro, con las tecnologías está ocurriendo lo mismo que ocurrió con la aparición del códice y la imprenta, pero en este caso las nuevas tecnologías nos llevan a la aparición de una nueva disciplina, las humanidades digitales.
El texto oral y el texto escrito comparten una serie de características en el texto digital. En un primer momento lo oral estaba completamente relacionado con lo escrito. Ahora la oralidad queda relegada a un segundo plano. Los oradores ya no crean su discurso al hablar, o lo crean anteriormente y lo leen, sino que se dispone de unas pantallas que van mostrando al orador el discurso y este va leyéndolo como si lo estuviese creando en ese instante.
Vanner Bush trabajó junto con el grupo creador de la bomba atómica. Este grupo trabajaba con las nuevas tecnologías, pero como bien apuntó Vanner Bush, no se estaban usando las tecnologías para mejorar las capacidades mentales. Por ello se plantea en este campo la creación de dispositivo de lectura automática. Lo que planteó Vanner Bush fue la creación de un Memex, un archivo privado mecanizado, a modo de biblioteca, en que se almacenan archivos que se puede consultar cuando nosotros lo deseemos.
Poco a poco podemos observar como las nuevas tecnología iban ganando terreno. La revista Times nombraba a la persona del año, pero en 1982 nombró “la maquina del año”, es decir, al ordenador personal. La tecnología se va a ir simplificando para que pueda ser usada por personas no expertas.
En 1973 apareció el primer ordenador personal, Xerox Alto, pero este no llegará a comercializarse. Será en 1975, cuando se lance a la venta el ordenador Altair 8800. Entre el grupo de informáticos, creadores de estos ordenadores, se encontraba Steve Jobs, quien no disponía de suficiente dinero para poseer ese nuevo ordenador y decidió crear uno nuevo solventando los errores del Altair 8800. De este modo es como apareció el primer ordenador Apple en 1976.
La aparición de internet tenía como objetivo establecer una relación entre los ordenadores. Con internet aparecieron los primeros buscadores, entre ellos Google en 1996. Google triunfó frente a otros buscadores por ofrecer su información jerarquizada.
Un monje jesuita italiano, Roberto Busa, al realizar su tesis doctoral, se percató de lo costoso que resultaba hacer un corpus, y decidió investigar sobre cono hacer este trabajo más llevadero. Le comentó a Watson su proyecto y este le invitó a usar el ordenador, y de este modo surgió, lo que ahora se conoce como “humanidades digitales”. No solo se usa la tecnología para ciencias, sino que también se puede usar para la cultura, e internet es un gran difusor de esta.
Vanner Bush no vio su proyecto, pero se realizó. En 1960 Ted Nelson propuso Xanadú, que ofrecía lo mismo que Memex pero a nivel mundial. Al usar cualquier texto de Xanadú se nos cobran unos derechos de autor, ya que este programa está ligado a un sistema de protección intelectual. Fue Ted Nelson el primero en usar el término “hipertexto”, una escritura no secuencial a diferencia del la escritura en papel.
Fue en 1998 cuando apareció el Rocket e-book, el primer e-reader. Este nuevo invento era muy costoso y carecía de compatibilidad con otros formatos, por ello fracasó. Pero en 2007 se puede hablar de una segunda generación, Amazon creó su primer e-reader con un formato universal, el ePub y un precio más asequible. Debido a su éxito, muchas editoriales empezaron a comercializar sus libros tanto en soporte papel como en digital. Pero no todas las editoriales españolas apoyan el texto digital.
En 2008 apareció “Europeana”, que hace accesible al público el patrimonio europeo. En España vieron la luz “Hispana”, que recogía los recursos digitales del Ministerio de Cultura; y la “Biblioteca digital hispánica”, que es la digitalización de la Biblioteca Nacional. A través de estas bibliotecas, podemos acceder a libros en formato digital.
Pero en 2004 los creadores de Google presentaron en la Feria del libro de Frankfurt “Google Print”, un sistema de digitalización de libros, que solo dejará ver un cierto porcentaje de la obra. Tanto “Google Print” como “Google Books” y “Google Editions”, han marcado nuevos hitos de difusión de textos digitales.
Todas estas bibliotecas digitales se compararon con la Biblioteca de Alejandría, que guardaba un gran número de rollos. Otra biblioteca digital importante, es la que impulsó el rector de la Universidad de Alicante, la “Biblioteca Cervantes” (1999). En ella podemos encontrar todos los títulos cuyos autores ya han muerto y han superado los límites de los derechos de autor.
Es importante destacar como se crea el texto digital. Su “origen” debemos buscarlo en la máquina usada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial en los años 20 en Europa. Se trata de una máquina que cifraba y descifraba los mensajes. De este modo los nazis podían conocer los mensajes de los enemigos.
Así pues María Clara Paixao de Sousa definió el texto digital como capas de información matemática y humana de la información, que juntas forman el texto. Se trata de la codificación de la información por los lenguajes artificiales y que se presenta como información lingüística codificada matemáticamente. El hipertexto, que responde a los nuevos modos de edición digital, sería la solución al nuevo modelo digital. La digitalización de fondos patrimoniales supuso un retroceso, pues no permitió avanzar en nuevos modelos textuales. Frente a las bibliotecas digitales textuales surgieron las “plataformas de conocimiento”, para la creación, difusión e interacción con los textos. Pero las bibliotecas digitales universitarias deben ofrecer su material interrelacionado. Para elaborar una “plataforma de conocimiento”, una biblioteca hipertextual, adaptada a los usuarios.
Pero a pesar de los avances que nos ofrece la tecnología, muchos las rechazan, y otros apuntan a la desaparición del soporte papel, como Octave Uzanne en su obra El fin de los libros, en la que apunta que el texto fonógrafo suplantará al libro. Pero cuando surgen novedades siempre surgen miedos, rechazos y críticas. Comparto la comparación que hace el autor entre las compilaciones y el texto digital. En un primer momento las compilaciones fueron criticadas, al igual que el texto digital, pero posteriormente se han ido ganado la aceptación de la sociedad. De modo que cuando vamos en el tren, el metro, o incluso por la calle, no hay nadie que no disponga de un dispositivo electrónico.
Es cierto que existe una gran necesidad por poder guardar cuantos más libros y si es en un espacio reducido mejor. El inicio del Memex de Vanner Bush, en mi opinión, fue el inicio de un gran avance hacia la creación de un dispositivo de almacenaje, como lo es hoy en día el pendrive. El poder disponer de nuestros textos en cualquier momento ha supuesto una gran revolución. Con tan solo hacer clic podemos compartir con personas de todo el mundo nuestros documentos. Pero esto se debe a la creación de Internet, uno de los mayores avances de la tecnología, y un gran medio de difusión de textos digitales, que en ocasiones no tienen ningún coste. Gracias a internet se puede acceder a un gran número de información.
El libro electrónico nos va a permitir llevar a todas partes millones de hojas en un espacio muy reducido, lo cual es favorable para el usuario. Muchos lo rechazaron por no poder anotar, rallar o subrayar, pero el e-book nos permite hacer eso y mucho más, incluso podemos anotar, y muchos de sus modelos tienen la opción de lectura en voz alta, es decir, el dispositivo te lee el libro.
Para terminar destacaré, que en mi opinión no hay que rechazar nunca las nuevas tecnologías, puesto que aparecen para ofrecernos facilidades. Cierto es que con el libro electrónico no podemos notar la textura o el olor del libro, y que en cierto momento la batería se puede agotar y ya no podemos continuar leyendo. Pero nuestros informáticos están trabajando día a día para lograr solventar los problemas, que ahora mismo pueden tener estos dispositivos, y mejorarlos.
Bibliogafía:
Lucía Megías, José Manuel (2012): Elogio del texto digital, Forcola.